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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
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Ciudades en pandemia

Dejar la ciudad

Hasta el 40% de los residentes de Madrid ha considerado dejar la ciudad desde que irrumpió la covid-19, según un estudio de Arup, una consultora especializada en ciudades sostenibles

Ciudadanos de Madrid con la luz del atardecer
Ciudadanos de Madrid con la luz del atardecerPhil Fiddyment (Flickr / Creative Commons)
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La pandemia ha puesto en jaque a las ciudades. Muchos europeos urbanitas se desilusionan con las urbes hasta el punto de que una sorprendente mayoría se plantea mudarse. Un ejemplo se encuentra en el barómetro de la vida urbana elaborado por la consultora especializada en ciudades sostenibles, Arup, publicado en noviembre de 2020, pues llegó a una conclusión inquietante: casi el 40% de los residentes en Madrid se planteó abandonar su ciudad en los meses que siguieron a la irrupción de la covid-19.

La iniciativa interrogó a más de 5.000 residentes de Milán, Berlín, Londres, París y Madrid; y, como era de esperar, constató que el coronavirus ha aumentado los miedos sobre el futuro, la ansiedad y las dudas sobre la seguridad en las urbes. Aunque quizás no se esperaba que un porcentaje tan alto de sus ciudadanos planteara mudarse.

El barómetro constató, asimismo, que la esperanza también cotiza a la baja: casi el 60% de los ciudadanos piensa que la recuperación tardará años y muchos de ellos no espera que las cosas vuelvan a ser como antes del virus.

“No creo que la pandemia lleve a un éxodo de gente de las ciudades” comenta, sin embargo, Flavio Tejada, director de Arup España, “pero lo que la encuesta ha demostrado es la necesidad de que las personas quieren estar más cerca de los espacios verdes”.

Tejada espera que la covid-19 dé lugar a muchas intervenciones generalizadas y de menor escala, como llevar los espacios verdes a las zonas grises, dar prioridad a los desplazamientos en bicicleta y a pie y revalorizar los servicios locales. Y es que efectivamente, tal y como se ha constatado a través de varias iniciativas recientes urbanas, la pandemia ha demostrado la importancia de experimentar las ciudades en núcleos más pequeños, con servicios esenciales concentrados en torno a centros urbanos y replanteando por completo tanto la manera de concebir los espacios públicos como el propio concepto de movilidad urbana.

En este sentido, otro de los conceptos interesantes que el barómetro destaca es el de ciudad de los 15 minutos para evaluar la habitabilidad de cada metrópolis. Esta idea es de Carlos Moreno, director científico y catedrático de Emprendimiento, Territorio e Innovación (ETI) de la Universidad Sorbona, de París; y promovido por su alcaldesa, Anne Hidalgo, argumenta que la proximidad es la clave para hacer que las ciudades sean más humanas. Para lograr una de 15 minutos es fundamental la descentralización: que tenga múltiples centros para satisfacer las funciones básicas: habitar, trabajar, hacer las compras, cuidarse física y mentalmente, educarse y disfrutar.

Según los datos analizados, los residentes de Madrid necesitan una media de 13 minutos para acceder a espacios verdes, centros comerciales y de ocio esencial; unos 12 minutos para acceder a instalaciones sanitarias más cercanas y poco menos de 16 para acceder a colegios. Aunque por otro lado, casi la mitad (40%) desearía vivir más cerca de su lugar de trabajo: la distancia media entre los residentes y su empleo es de 33 minutos. El estudio constató que casi la mitad de los entrevistados espera volver a la oficina a tiempo completo después de la pandemia, alejando a Madrid del ideal de ciudad de 15 minutos (pasaría a ser ciudad de 17,4 minutos).

Si 2020 ha sido el año que más ha puesto en evidencia las vulnerabilidades de nuestras ciudades, también ha acentuado la concienciación de que otra ciudad no solo es posible, sino que cada vez más necesaria. Tres de cada cinco residentes en urbes europeas encuestados (58%) contestaron que la pandemia les ha hecho preocuparse más por el cambio climático, y muchos han reconocido mejoras en la calidad de vida de su ciudad durante este año, siendo la reducción del tráfico (37%) y la de la contaminación del aire (30%) las más apreciadas.

“Vivir a través de los confinamientos ha puesto de relieve preocupaciones ocultas” comenta Tejada. “Es obvio que en el futuro, las ciudades van a tener que ser capaces de soportar más impactos que en la historia reciente, sobre todo por el aumento de drásticos fenómenos meteorológicos fruto del cambio climático”.

Tal y como se ha demostrado, la clave ahora está en las intervenciones pequeñas, pero generalizadas: creación de más zonas verdes, accesibilidad a tiendas y al comercio local, mejorar la capacidad de caminar y fomentar la movilidad sostenible. Todo ello no solo afecta positivamente a reducir la ansiedad de la ciudadanía, sino que mejora la resiliencia de la ciudad y su capacidad de responder a las adversidades que se avecinan. Lo que muchos llevaban sugiriendo durante años para promover una nueva agenda urbana más humana, la pandemia lo ha logrado en tan solo unos meses. Ahora el principal reto es aprovechar la situación para no regresar a los modelos obsoletos de un urbanismo que durante demasiado tiempo ha dado la espalda a sus ciudadanos.

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